domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Que Significa Una Estrella Michelin?.


¿Que Significa Una Estrella Michelin?.


Quiero comenzar mi escrito con unas lineas sacadas del blog Salsa de Chiles de Carlos Maribona.

“La guía es injusta con España, no cabe duda. Nuestra cocina, chauvinismos al margen, está muy por encima de las rácanas calificaciones que conceden sus inspectores. Pero es el referente internacional para los cocineros. La única que admite comparaciones a nivel internacional. Por eso los chefs se mueren por la primera, la segunda y no digamos la tercera estrella. Porque en Michelin faltan muchos, pero los que están, casi siempre lo merecen”.


Estos días he saboreado las mieles del éxito, que a los cocineros se nos presenta en forma de estrella, un distintivo  impreso, de apenas 5mm de longitud. Hemos mantenido nuestra estrella en El portal de Echaurren y sumamos ahora una más en el Hotel Marques de Riscal, del Elciego.

La primera vez que oí hablar de las dichosas estrellas, a mi difunto hermano Luis, pensé que su tamaño debía de ser gigantesco. En mi caso las estrellas Michelin se han ido configurando en el subconsciente a lo largo de muchos años. En múltiples ocasiones ya desde niño, he escuchado hablar del trabajo de grandes cocineros, que además de llamarse fulano de tal, poseían un determinado número de estrellas en su haber. Las estrellas no funcionan aquí como un sustantivo, sino que la palabra logra hacerse adjetivo, con un significado y trascendencia que ciega el resto de cualidades. Hasta tal punto, que nunca he sabido realmente que era más importante, ¿su nombre, procedencia, o el número de estrellas que posee el determinado sujeto?

En plena era de la nano-tecnología, en el que las múltiples funciones de una maquina pueden sintetizarse en un microchip minúsculo, la guía roja ha conseguido sintetizar todas las cualidades del individuo, de su trabajo y reducirlo a “es fulano de tal, que tiene tres, dos o una estrella Michelin”. Resulta increíble, ¿verdad? pero ya no hace falta decir más, ahí se acaba todo, ya no hace falta decir que se llama Juan, o que tiene un restaurante precioso, en un pueblecito no se donde y que guisa como los ángeles y además es un tipo dicharachero y simpático. A mayor numero de michelines, menos adjetivos son necesarios para describirlo.

En este mundo loco, donde necesitamos constantemente de etiquetes y clichés, que den significado a todo cuanto contemplamos, saber que un cocinero posee alguna estrella Michelin alivia y ahorra mucho trabajo.

Pues no, siento decirles que no, no se trata de eso. Los cocineros sabemos muy bien lo que hay detrás, lo que significan esos simbolitos, lo que quiere decir una estrella Michelin. Las renuncias que conllevan y los sacrificios que suponen. La renuncia a ser entendido por todos, para solo ser comprendido por unos pocos. De igual manera que no todos los libros son bestsellers, no todas las películas se convierten en taquillazos, ni toda la música se traduce en superventas. El camino que en España nos muestras las estrellas Michelin, no siempre es de rosas, sino que muchas veces se traduce en incomprensión y espinas.

Michelin ha conseguido no solo sintetizar todas las buenas cualidades que atesora  un buen cocinero, sino además darle carta de valor, de papel timbrado. La estrella es ante todo, un sello de calidad, un distintivo que supone una garantía para un número no demasiado abundante de un público habido de vivir experiencias en torno a una mesa. Para disfrutar, degustar, apreciar, incluso intentar comprender el trabajo concreto del autor, por que la cocina de vanguardia es eso cocina de autor y es el autor quien decide como, que quiere trasmitir y contar.
El disfrute de la experiencia que supone acudir a un buen restaurante estrellado, seguramente sea muy similar al que experimenta un aficionado al escuchar una opera en el Metropolitan de NY o a un partido del mejor futbol del mundo en el Camp-nou o el Bernabeu, o a un concierto de kroque.

Si desde luego no has ido aun a uno de estos restaurantes, quizás ya va siendo el momento de comenzar a planteártelo, pues la vida son dos días y pocas cosas pueden darte tanto placer como una buena mesa, acompañada de un buen servicio, si tu actitud se muestra abierta y dispuesta a recibir.